Si cuentan que los niños vienen con un pan debajo del brazo, imagínate qué me acompaña a mí con este nombre, millones y millones de besos, cariños y mimos.
Y es que la verdadera riqueza es tener a alguien que te quiera pase lo que pase. Me he adaptado como he podido a la vida en el albergue y aunque soy un perro agradable y obediente, necesito ya una familia donde poder sentirme en casa.
Si quieres adoptarme tendrás que presentar tu Licencia de Perros Potencialmente Peligrosos. Ya sabes, vuestras burocracias raras.
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